Taller de Ángeles – Un Café con Jesús – Día 8
Hoy comenzamos la segunda semana de un Café con Jesús!
El café se está preparando… De delicioso aroma se impregna en todo el lugar!
Antes de comenzar, Jesús y yo te invitamos alabar a Dios Padre diciendo:
“Dios mío, tú fuiste quien me formó en el vientre de mi madre. Tú fuiste quien formó cada parte de mi cuerpo.” Salmo 139:13
(tomemos nuestra taza de café, pongamonos de pie junto a Jesús para seguirlo a dónde vaya)
Porque hoy vamos hablar de nuestras madres, quienes nos trajeron al mundo para darnos las vida.
Vamos a caminar al lado de Jesús!
Visualización: Jesús, hablemos de las Madres!
Con los termos de café en la mano vamos a ir compartimos con él!
Jesús! Cuéntanos sobre tu madre: María.
Hoy quiero contarles acerca de alguien muy especial en mi vida: mi mamá, María. La verdad es que no puedo resistirme a compartir algunas anécdotas divertidas y entrañables que vivimos juntos.
Imagínense, desde el principio ella sabía que yo era el Hijo de Dios. ¿Alguna vez les han dicho que serán la madre del Salvador? ¡Eso sí que es empezar la maternidad con estilo! Pero, ¿saben qué? A pesar de ser la madre de alguien tan importante, ella siempre fue humilde y llena de gracia. Nada de de alardes. ¡Eso es lo que adoro de mi mamá!
Recuerdo que cuando era niño, jugábamos juntos y nos divertíamos mucho. A veces, mis amigos me decían: “Ey, Jesús, ¿tu mamá es realmente especial, no?” Y yo les contestaba: “¡Claro que sí! Ella es tan especial que incluso los ángeles les traen el correo de mi papá”. ¡Imaginen la cara que ponían!
Ah, y no puedo olvidar esas comidas caseras que ella preparaba. ¿Saben cuál era mi plato favorito? ¡El pescado con pan! No sé qué tenía esa combinación, pero cada vez que lo comía, sabía a cielo. A veces bromeaba y le decía: “Mamá, estoy pensando en multiplicar estos panes y peces para todos, te quedó espectacular”. Y ella me miraba con esa mirada amorosa y me decía: “Hijo, deja de hacer travesuras”.
No puedo resistirme a contarles sobre aquel divertido incidente en las bodas de Caná. Resulta que estábamos celebrando el matrimonio de unos amigos, y de repente, nos dimos cuenta de que ¡se habían quedado sin vino! Ya sabéis, en una boda judía, eso es un problema serio.
Mi mamá, que siempre estaba un paso adelante, me miró con esa mirada de complicidad y me susurró: “Jesús, ¿qué te parece si hacemos un pequeño milagrito para salvar la situación?”. Le dije: “Mamá, aún no ha llegado mi hora estelar”. Pero ella, con esa mirada de determinación y un toque de picardía
Así que, sin más preámbulos, le dije a los sirvientes que llenaran seis grandes jarras de agua. Y lo siguiente que pasó fue simplemente increíble. ¡Ese agua se convirtió en vino de la mejor calidad! Los invitados quedaron asombrados y encantados. ¡Vaya forma de ponerle un toque mágico a la fiesta!
Desde entonces, esa anécdota se ha convertido en el chisme favorito de muchas celebraciones. Siempre hay alguien que dice: “¿Recuerdas cuando Jesús convirtió el agua en vino en las bodas de Caná? “¡Todos quedaban boquiabiertos por el sabor y la calidad del vino!”. Y mi madre y yo nos reímos juntos, disfrutando de ese momento en el que la fiesta estuvo a punto de convertirse en una fiesta sin bebida.
Pero, como en todas las relaciones, también tuvimos momentos difíciles. Cuando llegó el momento de cumplir mi misión en la tierra, sabía que tenía que enfrentar desafíos y dificultades. Y vaya que fue duro para mi mamá. Verla llorar cuando me arrestaron y llevaron a la cruz… fue desgarrador. Pero su fe nunca se desvaneció, y me dio la fuerza para seguir adelante.
En esos momentos oscuros, ella siempre se encontraba a mi lado. Nunca olvidó que yo estaba aquí para salvar a la humanidad. No sé cómo lo hizo, pero jamás la escuché quejarse del Plan de mi papá.
Así que, queridos amigos y amigas, María fue una madre excepcional, llena de amor y sabiduría. Siempre estuvo a mi lado, apoyándome y guiándome en mi camino. No puedo expresar con palabras lo agradecido que estoy por tenerla como mi mamá.
En este día, quiero invitaros a valorar y honrar a esas personas especiales en vuestras vidas, esas madres que os aman incondicionalmente y os inspiran a ser mejores. Riamos juntos, celebremos los momentos felices y apoyémonos en los momentos difíciles.
¡Gracias por compartir este momento conmigo! Que la alegría y la bendición de mi mamá, María, os acompañen siempre. ¡Paz y amor para todos!
¡Qué espectacular!, Jesús. es tan maravilloso ver lo unido que eras a tu madre! Como la amabras, respetabas, obedecias… y todo desde el amor y la complicidad de madre e hijo!
Ahora de la misma forma, Jesús quiere que le hables sobre tu mamá. ¿Quien es? ¿Cómo se llama? ¿Cuál es la historia de su vida? ¿Qué historias maravillosas han compartido juntos? ¿Qué dificultades o momentos dolorosos les ha tocado vivir? ¿Qué más te gustaría contarle sobre ella?
Te ha escucha con gran interés sobre tu mamá. Cuentale con entera confianza todo sobre la relación que tengas con ella, inclusive cuándo enfrentes reto o momentos difíciles!
Mañana nos veremos de nuevo, para seguir a Jesús y tomarnos otro cafecito!
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