Taller de Ángeles – Un Café con Jesús – Día 14
Bienvenidos a otro Café con Jesús!
Hoy desde dónde les escribo es un día de sol radiante, pero en algún lugar del mundo hay un clima lluvioso y frío.
Hoy vamos a reflexionar en cómo Dios consuela al hombre, y sana sus heridas mientras vamos tomando la taza de café.
Jesús nos dice a cada uno de nosotros:
“… Los que necesitan del médico son los enfermos, no los que están sanos.” Mateo 9:12
Porque nos enseña que debemos ser sabios y reconocer cuándo es necesario buscar la ayuda de un profesional de la salud. Nos dice que no está en contra de la medicina. Que debemos cuidar de nuestros cuerpos e ir al médico si padecemos alguna enfermedad física o mental. No debemos ser nunca irresponsables con nuestra salud, colocando todo bajo una lupa espiritual, mientras vas dejando de tomar decisiones que comprometan tu integridad y tu seguridad.
Así mismo nos enseña, que no todo debe caer en manos de la ciencia. La fe puesta en Dios obra milagros donde la ciencia no ha podido explicarlo aún. Jesús te dice hoy:
“…tu fe te ha sanado. Vete en paz y sin ninguna enfermedad…” Marcos 5:34
Es hora de compartir nuestro delicioso café. Salud!
Visualización: Jesús, Sanador por Excelencia!
Aquí está nuestro Cafecito de hoy!.
Jesús!, hablános sobre algo que me tiene inquieta. ¿Cómo puedo sanarme con tu ayuda?
¡Hola, amigo/a! ¡Es genial estar aquí con todos ustedes hoy! Quiero hablarles sobre un tema muy importante: la salud y las enfermedades. Ya saben, cuando caminaba por esta tierra hace un tiempo, tuve la oportunidad de presenciar y realizar algunos milagros asombrosos. Era muy reconocido por ser un sanador espiritual por excelencia!
Recuerdo una vez que me encontré con un hombre que había estado enfermo durante muchos años. ¡Y cuando digo muchos años, quiero decir muchos años! Este hombre tenía una fe tan grande que decidió acercarse a mí rompiendo el techo de la casa y pedirme que lo sanara. ¿Y saben qué hice? Le dije: “Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”. ¡Y así fue! El hombre paralítico se levantó al instante y caminó fuera de allí como si nunca hubiera estado enfermo. ¡Imagínense la sorpresa de todos los presentes!
Otra vez, estaba rodeado por una multitud que buscaba sanación. Entre ellos, había una mujer que llevaba años sufriendo de una hemorragia. Ella tenía tanta fe en que si tan solo tocara el borde de mi manto, sería sanada. Así que, en medio de la multitud, ¡tocó mi manto! De repente, sentí una energía salir de mí y supe que alguien me había tocado con una fe extraordinaria. Le pregunté quién lo había hecho y la mujer se adelantó temerosa, pero llena de gratitud. Le dije: “Tu fe te ha sanado, ve en paz”. ¡La alegría en su rostro fue indescriptible!
También recuerdo a aquellos leprosos valientes que se acercaron a mí en busca de sanación. La lepra era una enfermedad temida y a menudo excluida de la sociedad. Pero, sin importar cuán grave fuera la enfermedad, nunca me negué a tenderles la mano. Una vez, diez leprosos vinieron a mí, clamando por misericordia. Les pedí que fueran y se mostraran a los sacerdotes para su testimonio, y en el camino, fueron sanados. Pero solo uno regresó para agradecerme. ¿Pueden creerlo? A veces, las personas se olvidan de dar gracias, ¿no es así?
Amigos, no solo vine a sanar los cuerpos, sino también las almas y los espíritus. Todos tenemos heridas internas que necesitan ser curadas. Quiero que sepan que estoy aquí para ustedes, para brindarles consuelo, amor y sanación completa. Acudan a mí con fe, como estos valientes hombres y mujeres de los que les he contado, y experimentarán mi poder transformador.
Recuerden, no importa cuán grande o pequeño sea tu problema, ¡nada está fuera de mi alcance! Así que, cuando enfrentes dificultades en tu salud, recuerda acudir a mí. Yo seré tu sanador si tienes fe.
Gracias Jesús. Me hace meditar tu infinito amor que nos va sanando todas enfermedades.
Ahora de la misma forma, Jesús quiere que lo busques a él en busca de sanación, ¿Tienes alguna dolencia? ¿Padeces de alguna enfermedad? Hablale con tu corazón abierto de par en par, y con la fe puesta en Él como tu principal sanador.
Jesús, te ha escuchado y te pide confiar en su poder y abrir tu corazón para recibir su gran amor sanador.
¡Sigamos caminando al lado de Jesús, Dios mismo que se hizo hombre para sanar nuestras heridas físicas, mentales y espirituales!
Mañana nos espera otro cafecito!
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