San Miguel Arcangel
“San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la perversidad y las asechanzas del demonio. Que Dios le reprima, es nuestra humilde súplica; y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, con la fuerza que Dios te ha dado, arroja al infierno a Satanás y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”
Antiguas autoridades gubernamentales y eclesiásticas reconocieron temprano las virtudes de San Miguel Arcangel.
Se cree que se apareció en Fátima (Portugal) en 1916, antes de las apariciones de la Virgen María, donde, postrándose, llevó el mensaje de orar a tres niños pastores (Lucía, Jacinta y Francisco) invitando a orar de la siguiente manera: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no Te aman.”
Aunque hubiera sido natural para Miguel, defensor del pueblo judío, ser defensor de la Iglesia, dándoles la victoria en contra de sus enemigos, los primeros cristianos reconocieron a algunos mártires como sus jefes militares: san Jorge , san Teodoro san Demetrio, san sergio etc.; pero a Miguel se le asignó el cuidado de los enfermos. En Frigia, donde fue venerado por primera vez, su prestigio como sanador angelical oscureció su interposición en asuntos militares.
es el Jefe de los Ejércitos de Dios en las religiones Judia, Islamica y cristiana. Para los hebreos es el protector de Israel y patrono de la sinagoga. La Iglesia Católica lo considera como patrono y protector de la Iglesia Universal. La Iglesia Copta lo considera el primero de los siete arcángeles, junto con Gabriel, Rafael y Uriel.
Tocará la trompeta el día del arrebatamiento (1° Tesalonicenses 4, 16), es el encargado de frustrar a Lucifer o Satanás, enemigo principal de Miguel por ser el arcángel de los ángeles caídos o del mal (Apocalipsis 12:7). Por eso, en el arte se le representa como un ángel con armadura de general romano, amenazando con una lanza o espada a un demonio o dragón. También suele ser representado pesando las almas en la balanza, pues según la tradición, él tomaría parte en el Juicio final.
“Hubo un gran Combate en los cielos. Miguel y sus ángeles lucharon contra el Dragón. También el Dragón y sus ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya lugar en el Cielo para ellos. Y fue arrojado el Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus ángeles con él.” (Apocalipsis 12, 7-9)
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